Sencillamente bello
Almonte, villa andaluza de más de 20.000 habitantes, está situada entre las campiñas vitícolas del condado onubense y las célebres marismas del Guadalquivir. La horizontalidad, el sol, la luz y la sal marina han dado a estas tierras el especial encanto de lo sencillamente bello. Viñedos y olivares, encinares y pinos, cotos, dunas, marismas y playas se unen en este rincón fronterizo de la vieja Andalucía, rompiendo los esquemas y estereotipos tradicionales, para ofrecer al visitante un nuevo rostro de lo meridional. Imbuido de la salsa del Mediterráneo y Atlántico, se caracteriza por la tranquilidad, la alegría, la calma y la transmisión de un saber vivir de siglos.
Desde siempre Almonte ha vivido de la agricultura, de la ganadería y de los usos tradicionales que su rico patrimonio natural le proporcionaba: la caza, la agricultura, el carbón, la piña… Ofrece la posibilidad de cultivar productos que no tengan competidores en el mercado internacional, en base a su valiosa denominación de origen. Destaca la agricultura tradicional que convive con la nueva agricultura. También desde siempre ha sido un cruce de caminos entre las provincias de Huelva, Sevilla y Cádiz, lo que sin duda debió de contribuir al carácter abierto y hospitalario de su gente. La celosa conservación y transmisión de viejas tradiciones, como la Romería del Rocío o la Saca de las Yeguas, hace que la Villa de Almonte ofrezca hoy valiosos atractivos turísticos para cualquier foráneo. La Semana Santa, las fiestas patronales o Feria de San Pedro, que se celebran a partir de la llegada de las yeguas, el 26 de junio, gozan de gran popularidad en la zona. En la villa de Almonte sobresalen notables edificios. La Iglesia Parroquial de la Asunción, en la Plaza de la villa, destaca por la blancura de su fachada; su aspecto actual lo debe a la reconstrucción tras el terremoto de Lisboa en 1755. De fisonomía barroca, está flanqueada por dos cuerpos de campanas, y a la derecha se adorna con una coqueta espadaña. Una elevada torre a la izquierda permite entrever una cúpula con linterna de factura clásica. La Casa Consistorial (s. XVI) se inaugura en 1612 y, dos años después, se aprueba la construcción de la segunda planta del edificio. En 1795 se remodeló, adquiriendo el aspecto que presenta actualmente. Dispone de dos plantas que descansan sobre arcos de medio punto rebajados; destaca la herrería. Fue restaurado en 1997, incorporando una serie de azulejería artística. Puede visitarse los días laborales. Destacamos también la Capilla del Cristo, el Museo de la Villa, así como el monumento a la Patrona de Almonte y a la Saca de las Yeguas.
Almonte, encontramos diferentes elementos de referencia histórica, destacando la escultura al héroe de Baler, vecino del pueblo, que fue uno de los “últimos de Filipinas”. Por toda la villa encontraremos un conjunto de azulejos que reflejan momentos y lugares de la historia local. Tres rutas turísticas atraviesan el pueblo: – La Ruta de la Virgen, que recorre las mismas calles que la Virgen en su traslado y Procesión en Almonte. – La Ruta de las Yeguas, por las calles que pasan las yeguas cada 26 de junio en su llegada a Almonte. – La Ruta de la Madera, por el trayecto que soporta mayor uso vitivinícola y forestal. Paseando por el pueblo encontraremos ejemplos de la vivienda agrícola tradicional. Para el esparcimiento, el pueblo de Almonte ofrece a sus visitantes parques y plazas. De especial importancia es el Parque Alcalde Mojarro que presenta, además de un estupendo paseo alrededor de un lago artificial, un mini-zoo y zonas de recreo infantiles. Otras zonas de interés son el Parque Blas Infante y la Plaza Fuente de las Damas.